Conversando con Raúl León Joo
Sábado 05 de enero de 2019. Llego al colegio y me presento. Me hacen pasar muy amablemente y me piden que espere unos minutos. Van a confirmarme si seré recibido o no. Debo admitir que en ese momento conservaba mis dudas al respecto. Pero estas son disipadas casi de inmediato, cuando me invitan a pasar al patio principal. Es entonces cuando, una vez más, me veo recorriendo el camino de siempre, recordando de manera inevitable las muchas veces que corrí por allí en los días de niñez...
Un par de días antes, de la manera más inesperada, recibí la llamada de Raúl León Joo. El Administrador del Diez de Octubre. Nunca antes habíamos hablado. Era a raíz de nuestras publicaciones en Octubrinos 87 sobre el litigio con la Beneficencia China. Con mucha cordialidad desde el inicio (rompiendo su mito de poco comunicativo), hablamos largo y tendido sobre el tema. Reconociendo algunos puntos y aclarando otros. Me sorprendió gratamente escucharlo hablar sobre la mística octubrina y lo que implica, lo cual finalmente me animó a plantearle una reunión en persona, lo cual aceptó gustoso.
Al llegar al patio principal del colegio, me encuentro con él. Fue casi como cruzarse con cualquier otro octubrino durante el recreo en nuestra época escolar. Amable. Luego de los saludos de rigor, empieza el diálogo agendado en uno de los ambientes del plantel.
Aunque mi planteamiento de la reunión era redondear el enfoque sobre la mística octubrina, resulta inevitable ser absorbidos por el tema del litigio. Más cuando ha sido muy expuesto por la Beneficencia China en las últimas semanas. Me dice que lamenta la situación y, como yo, hubiese preferido que se siga manteniendo a la interna de la comunidad china. Pero ya está cómo está y hay que afrontarlo.
Efectivamente, la asociación y la beneficencia China no lograron ponerse de acuerdo la última vez que se sentaron a negociar sobre el monto que usualmente la asociación le abonaba a la beneficencia por la sede Breña. Una vez roto el diálogo, empezó el litigio ya conocido. Me cuenta que hace décadas se vivió algo similar, pero finalmente lograron conciliar. Le pregunto por qué no puede hoy suceder lo mismo... Y me responde con una mirada que lo dice todo. Una mirada que dice que quisiera, pero que no depende solo de él, sino de ambas partes.
Me confirma que los padres de familia estan preocupados y que los entiende. Sin embargo, insiste en que los mantendrá informados de la situación. Es realmente un tema delicado, pero la asociación sigue con la administración del Diez de Octubre. Los padres de familia son un aspecto clave y él lo tiene muy claro.
Le pregunto cómo terminó involucrado en todo esto. Y me cuenta que tuvo que hacerse cargo de la administración del colegio tras el fallecimiento de su padre (Don Juan), en el 2007. Llegó conociendo muy poco del tema administrativo, que no fue nada fácil, pero que con el tiempo entiende que logró asumir el reto. Un reto que no solo implica lidiar con la parte educativa y administrativa, sino también con temas enojosos como el del litigio con la Beneficiencia China.
"La Beneficencia China ha sacado un comunicado hace dias, donde dice que quieren tomar la administración del colegio para hacerlo mucho mejor. Pero, ¿Quién garantiza que esto será así? ¿Qué experiencia tienen? ¿Con qué gente cuentan? ¿Y, si no camina, continuarán como colegio?... ¿Sabes por qué los padres matriculan a sus hijos en el Diez de Octubre? Porque saben que aquí tenemos una educación enfocada en calidad educativa, valores y disciplina. Eso nos destacó siempre. ¿La Beneficencia lo entiende así? ¿Lo siente así? ¿Lo mantendrán?" me dice él, haciéndome recordar por ratos a Don Juan.
"Algunos ven el colegio como un negocio. Yo no. Aunque varios no quieran creerlo. Yo me veo como una persona que simplemente está encargado de velar por la continuidad del Diez de Octubre. Hoy me toca la responsabilidad a mí. Más tarde será el turno de alguien más... Me gustaría tener la tranquilidad de que ese alguien más mantendrá la misma visión y la misma mística que yo, que es la misma que tuvieron los fundadores del colegio", expresa.
Raúl es ex-alumno del Diez de Octubre. Promoción 1983. Le digo que siempre es grato volver al colegio. Que al recorrer sus patios y pabellones sientes como si nunca te hubieses ido. Y me dice que ese precisamente es el motivo por el que sigue al pie del cañón. El creció como muchos de nosotros, viendo como evolucionaba nuestra Alma Mater. Tanto material como académicamente. Hasta lo que es hoy. Teme que esto no sea entendido por las nuevas generaciones y que el primer colegio chino de Am??rica pierda su esencia.
Hablamos de los inicios del Diez de Octubre. De lo que vivimos y de lo que nos contaron de niños también. Del Club de Aviación y de cómo el terreno de la sede Breña terminó cedido para ser un colegio. Pocos lo saben, pero algunos vestigios de aquel terreno original son los jardines y la cancha de fútbol. Sobre esta última me confiesa que su padre prácticamente la levantó y volvió a sembrar hasta cinco veces, con el inmenso costo que implicaba. Pero siempre terminaba como la conocemos. Con ese verdor típico, casi coqueteando con el amarillo. Y es como si la cancha reclamara que es así y que debe seguir así. "¿Quienes somos para contradecir su esencia?" me dice, mientras recordamos las veces que muchos de nosotros hicimos deporte en ella.
Hablamos también sobre la infraestructura en general. Me cuenta sobre las mejoras que se hicieron en los últimos años y que pensaban hacer muchas más. Sin embargo el gran reto es no romper la esencia de las estructuras. Me dice que cada espacio fue pensado para ser como es y que no se puede modificar alegremente. Es inevitable coincidir con él en ese aspecto, al verlo tan seguro y vehemente.
Le pregunto qué fue de Taiwan y de su apoyo al Diez de Octubre. Hago hincapié en que a nosotros de pequeños nos inculcaron que Taiwan mantenía lo que era la verdadera cultura china y que por eso debíamos identificarnos con ellos. A esto responde que uno de sus grandes retos es no introducir el tema político en el colegio. Que Taiwan ya no aporta al Diez de Octubre, sino más bien China Continental. Y que debe ser agradecido con ello, aunque ello no implica alterar la esencia del colegio, como la insignia por ejemplo, cuyos colores derivan de la primera bandera china.
De pronto no lo puedo evitar y le pregunto por qué no se anima a convocar a los ex-alumnos. Se pone ligeramente serio y me dice que le gustaría, pero no es el momento. Que percibe que el tema del litigio nos tiene divididos y que prefiere manejar el asunto él mismo. Con todo lo agotador que puede ser. Ya habrá momento para reencontrarnos todos en el colegio, me dice. De todas formas persisto, esta vez preguntando sobre la fiesta de confraternidad Octubrina. Y me comenta que la mantuvo vigente todo lo que pudo, pero que la organización era a pérdida. Igual dejaba abierta la posibilidad de retomarla, una vez que se solucionen los problemas actuales.
Finalmente, llega el momento de la despedida. Mientras me acompaña a la puerta principal, coincidimos frente a las placas de las Bodas de Plata de los ex-alumnos. Quedamos mirándolas y me dice que son y serán octubrinas, siempre. Sin saberlo responde una inquietud que varios de nosotros teníamos. Segundos después, nos despedimos con la misma amabilidad del inicio. Y, mientras traspaso el viejo portón del colegio, persisto en mi esperanza de que esto se termine solucionando de la mejor manera, con un acuerdo cordial entre las partes. La comunidad octubrina, cada vez más cerca de celebrar el centenario, lo agradecerá.
Escrito por Erwin Zarria |